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domingo, 28 de enero de 2018

La arqueología como aprendizaje sobre nosotros mismos.


Ahora que está tan de moda la Arqueología experimental, recuerdo cuando decidimos montar un Proyecto Integrado para el alumnado de 1º de bachillerato. 

Adela me propuso poner en práctica su idea de darle clases de Arqueología a nuestro alumnado del IES Las Lagunas. Me vi atrapada entre la ilusión de llevar a las aulas algo que me había dado experiencias y aprendizajes increíbles y la inseguridad ante cómo se iba a tomar el alumnado algo que nunca había vivido y que podía relacionar con Indiana Jones, The Librarians, Lara Croft o Tadeo Jones.

Era cosa de sentarme con ella y ver cómo lo íbamos a plantear. Por su parte fue un gesto de confianza ciega dejar la puesta en práctica de su proyecto, de su sueño, en mis manos para que yo hiciera y deshiciera lo que quisiera, renunciar a él para dármelo a mí.

No se trataba de una mera excusa para hacer excursiones. A la salida se llegaba con un proceso previo de aprendizaje del proceso arqueológico y en la visita escogida, ellos debían participar exponiendo y explicando de forma científica el yacimiento, era una clase colaborativa "in situ". Todos aprendíamos de todos.


Pero, ¿de qué le puede servir a unos alumnos, de bachillerato en este caso, las clases de Arqueología?


Aparte del obvio aprendizaje cultural, artístico, patrimonial e histórico apreciando todo lo que de ello deriva;  la Arqueología nos ofrecía una sistematología de trabajo y estructura de aprendizaje. Basada en la experimentación que partía de una metodología científica y llegaba a un autoaprendizaje personal derivado de las herramientas que se iban adquiriendo y de la observación y comparación con nuestros ancestros.


Evidentemente, todo esto conllevaba una metodología altamente participativa y colaborativa donde la opinión y los procesos no eran unidireccionales. La implicación en el proceso, la comprensión y solución de problemas reales e imaginarios que iban surgiendo en la investigación en clase, en el estudio sobre el terreno o en la reproducción tanto de comportamientos como de objetos obligaban al alumnado a una sistematología, a la creación de unas pautas que después podían aplicar a sus estudios para obtener mejores resultados y a su propia vida.

En principio se plantearon tres tareas en forma de ficheros transversales puesto que debían ir registrando el trabajo diario en fichas que les ayudarían en las conclusiones finales.



Tras una introducción antropológica sobre la evolución humana y los procesos de desarrollo tecnológico, la primera tarea se desarrollaba bajo la premisa: "¿Qué es la arqueología?" y su objetivo principal era sentar las bases del trabajo en arqueología: modalidades, técnicas de prospección, datación y excavación, etc. que tras una búsqueda teórica íbamos a aplicar en una práctica realizada en el parque que teníamos al lado del instituto y que se complementó en la clase siguiente con el trabajo dibujo, restauración y conservación. Todo culminaría en un informe de todo el proceso presentado en Power Point.

La segunda tarea se centraba en la elaboración de artefactos y maquetas procurando acercarnos a la metodología y técnica prehistóricas utilizando recursos de la arqueología experimental. Se forraron las paredes de clase con papel continuo marrón y con pintura de dedos, pinceles hechos por ellos mismos, etc, imitaron la pintura rupestre Se elaboraron con pastillas de jabón desde bifaces a puntas de flechas neolíticas y se sustituye el barro por la plastilina para evitar manchar el aula en el proceso de elaboración cerámica. Durante una visita al Cavernario de Antequera, pudieron hacer además talleres al aire libre con todo lo que en clase nos era imposible realizar como fuego o tiro con arco.

Por otra parte, se propuso la realización voluntaria de maquetas, dioramas y reproducciones arqueológicas en distintos materiales tanto reciclados (cartón, papel maché...), como con madera, arcilla polimérica, etc. La respuesta y el entusiasmo que pusieron por la dinámica conseguida durante el curso superaron con creces las expectativas.



La tercera tarea se centraba en casos concretos en nuestra área geográfica aplicando todo lo anterior a nuestro entorno inmediato, el patrimonio que nos toca directamente y que a veces es del que menos nos ocupamos y el que menos conocemos. Era una tarea en la que hacíamos una retroalimentación de lo aprendido y descubierto durante los tres trimestres elaborando paneles y murales con los que mostrarían al resto del alumnado todo lo descubierto en el proceso de aprendizaje del taller. Pero además se convirtió en un pequeño museo en el que mostraron todo aquello que habían creado en su experimentación a lo largo del año.



Para una información más detallada:
https://drive.google.com/file/d/0B6n-xubbV7A5Tlg3VkhVNUkxcTA/view






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